Hoy, en Chile, se celebra el día del padre, siento que este día es diferente al de la mamá, no por que lo queramos menos, sino por que se comparte menos, él está más preocupado de trabajar a full, para proveer de todo aquello que se necesita o falta en el hogar...aun cuando la mamá también pertenece a la clase trabajadora es como si el "estigma" de que el hombre es quien provee, (a pesar de los años y de nuestra evolución) no pasa
Es por eso que hoy he querido ser más reflexiva, hablar de lo que NO se debe hacer, tomar conciencia de lo que SI debemos hacer al menos por un día...solo permitirles que hagan algo que deseen y no que "deban", dejarlos que duerman un poco más, mirarlos detenidamente y decirles que lindo está, tomar sus manos y acariciar las grietas que el tiempo ha dejado en ellas, echarle crema en las manos y aliviar las llagas que el trabajo de campo, de minería, que el sol del desierto o el mar, ha dejado en ellas...hoy miremos a los ojos a nuestros padres y digamos que nada necesitamos, que sólo deseamos estar un día junto a ellos, nada más que eso...estar juntos en este día especial!!
El Padre (cuento)...
Un viejo y humilde campesino se
presenta, tímidamente, a las puertas del cuartel, preguntando por su hijo,
Manuel Zapata. El suboficial de guardia piensa que Zapata es alguien de la
tropa, pero el anciano con mucho orgullo aclara que su hijo es un oficial de
línea, que se hizo militar a instancias del patrón del viejecillo. El padre
hace cinco años que no ha visto a su hijo y ha ido hasta la unidad militar con
la esperanza de abrazarlo y saber por él de su nueva vida y conocer sus armas,
sus arreos, sus caballos. Le lleva de reglado una gallina, que asoma la cabeza
a través de la cubierta de lona de un pequeño canasto. Con la aclaración del
visitante, los soldados individualizan al oficial como el teniente recién
llegado de la escuela militar, que tanto los palabrea. Uno de guardia acude
hasta el picadero donde Manuel Zapata, de vulgar aspecto, estaba en medio de un
grupo de oficiales, frente a las tropas en descanso y le avisa que alguien
pregunta por él en la guardia; imagina Manuel de quién se trata, pero comenta
que no conoce a nadie en el pueblo. Algunos minutos después es un conscripto
quien le reitera la espera del hombrecito, agregándole que él mismo ha dicho
que es su padre. Zapata se evade hasta las pesebreras, donde es encontrado,
esta vez, por el oficial de guardia quien lo conmina a que se presente en la
guardia para atender al visitante.
El viejecito queda deslumbrado
con los honores que le rinden los subalternos cuando, al fin, Manuel acude
hasta la guardia. Pero éste no corresponde el efusivo gesto de su padre, quien
le saluda muy familiarmente, y se limita a saludarlo con frialdad, llevándole
hasta la calle donde le enrostra su atrevimiento de ir a buscarle al cuartel,
aduciendo que no podía salir, pues estaba de servicio y regresando, bruscamente,
al cuartel sin mayores explicaciones.
El campesino retorna a la
guardia, temblando, desconcertado. Coge la gallina que llevaba como obsequio a
su hijo y se la regala al sargento. Después, se retira arrastrando los pies por
efectos del desengaño sufrido. Con ojos llorosos se vuelve para decir que a su
niño le gusta mucho la pechuga de ave, pidiéndoles que le den un pedacito.
felicidades por las 10mil visitas! :)
ResponderEliminarGracias, estamos felices por el logro, gracias a todos ustedes!!!
EliminarEl cuento es de Olegario Lazo Baeza, nacido en San Fernando, Chile.
ResponderEliminarComo dijimos al comienzo, es un día para reflexionar, un abrazo!!